Continuamos nuestro viaje por Mónaco con una nueva entrega, en este caso centrada en su Ópera. Los que nos seguís habitualmente, ya sabéis que estamos profundamente enamorados de este destino idílico, bañado por las aguas del Mediterráneo y ubicado en un enclave dominado por villas francesas de estilo medieval. Nos encanta porque está coronado por los Alpes y es el centro neurálgico del glamur, el lujo y los juegos de azar. Y nos fascina por todo lo que tiene que ofrecer a aquel que lo visita: paisajes, historias principescas, viejas leyendas, boato, opulencia y un corazón cargado de esencias palaciegas. Pero Mónaco es mucho más que un escaparate, por eso disfruta y ofrece una intensa vida cultural presidida por la Ópera de Montecarlo.
La cultura en Mónaco
El Principado de Mónaco es una ciudad-estado con poco más de 2 kilómetros cuadrados y 4.100 metros de costa. Tiene un clima soleado y agradecido todo el año y su principal fuente de ingresos es el turismo. La población en Mónaco supera por poco los 30.000 habitantes, pero su vida cultural es intensa y variada y está llena de posibilidades.
De momento, un paseo por sus calles ya nos deleitará con interesantes descubrimientos arquitectónicos de varias estilos, dignos de admiración. La mayoría de origen de francés. Por ejemplo, la catedral, de estilo románico bizantino, el Palacio Principesco, donde se mezclan varios estilos, o el Museo Oceanográfico, considerado una obra maestra de la arquitectura monumental.
Mónaco también dispone de el Ballet de Montecarlo, una agrupación de ballet clásico, fruto de los deseos de la Princesa Grace. Cabe destacar su Orquesta Filarmónica y un coro infantil muy reconocido, los Pequeños Cantores de Mónaco.
Pero, sin duda, la Ópera de Montecarlo es una de sus principales joyas y el centro de la vida cultura de Mónaco.
La Ópera de Montecarlo, un proyecto con historia
El proyecto de la Ópera de Montecarlo lo puso en marcha en 1870 el príncipe Carlos III, ante la falta de entretenimiento que había en Mónaco. Acordó su construcción con la Société des Bains de Mer y al inicio sólo servía para que su familia disfrutara de espectáculos privados. El diseño correspondió al arquitecto Charles Garnier, por lo que inicialmente recibió el nombre de Sala Garnier. Se inauguró el 25 de enero de 1879 con un espectáculo de la actriz francesa Sarah Bernhardt, ataviada como una ninfa.
En el año 2000 cerró su puertas para someterse a una importante restauración que superó los 26 millones de euros. Una vez renovada en su totalidad, el príncipe Alberto la inauguró en 2005 y el primer espectáculo se dedicó a la ópera de Rossini El viaje de Reims.
En cuanto al diseño del teatro ópera y a sus sucesivos procesos de renovación hay que destacar que la contribución de numerosos artistas del siglo XX. Desde Visconti hasta el pintor Charles Roux, pasando por Barsacq León o Pablo Picasso.
El emblema de Mónaco.
La Ópera de Montecarlo es el emblema cultual de Mónaco. Se ubica a espaldas del Casino y de frente tiene una vistas maravillosas del Mediterráneo que hacen que su enclave y el entorno sean únicos e inigualables. Lo ideal es, antes de acceder a su interior, rodear el edificio y disfrutar de él desde variados y distintos ángulos. También es recomendable descender por escalinatas que conducen hasta diferentes terrazas en forma de miradores ajardinados que ofrecen al visitante espectaculares vistas del Principado.
La Ópera de Montecarlo condensa en sí misma valiosas referencias de arquitectura, escultura, pintura y otras disciplinas artísticas. Tanto en su interior, como en el exterior.
Para la temporada 2016-2017 su programación incluye valiosos espectáculos, como la ópera Les Musiciens du Prince, dirigida por Cecilia Bartoli o una actuación de la Orquesta Filarmónica de Montecarlo, dirigida por Nathalie Stutzmann. Además, este año se ha incluido la actuación de varios artistas internacionales y óperas de prestigio como Nabucco, El fantasma de la Ópera o El Barbero de Sevilla.