Lo que el Principado de Mónaco tiene de pequeño, también lo tiene de exclusivo. A pesar de que se trata del segundo estado más pequeño del mundo en cuanto a superficie (solo el Vaticano es más pequeño que sus 2,02 kilómetros cuadrados), en esta zona abundan las personas. Se trata del estado con mayor densidad poblacional del planeta, ya que allí viven 38.400 personas, es decir, unas 17.821 por kilómetro cuadrado. Pero, más allá de contar con mucha población, lo que deslumbra en este rincón de la Costa Azul es el lujo. Mónaco es lujo en su máxima expresión.
Mónaco, lujo en su máxima expresión
Lindante con el Mar Mediterráneo, con la zona baja de los Alpes y con la frontera con Francia, Mónaco es un principado que ofrece paisajes cautivantes, aunque es mucho más que eso. Se trata de una zona que a lo largo de la historia fue deseada por numerosos imperios, pero que una y otra vez logró independizarse. Hoy, es un exclusivo rincón europeo que atrae a numerosos turistas, quienes se acercan a apreciar el lujo que desborda en cada una de sus construcciones.
Las calles de Mónaco, esas mismas que los coches de Fórmula 1 recorren cada año en el Gran Premio del principado, destilan elegancia, cuidado y lujo. Nada más hay que caminarlas y dejarse deslumbrar.
El casco antiguo de la ciudad es una parada obligada en una visita a Mónaco. Esta zona, denominada Monaco-Ville, o también “Le Rocher”, que significa “la Roca”, cautiva por sus callejones numerosos. Allí encontrarás plazas como Plazas Saint Nicolas y Placette Bosio. También pueden apreciarse otras clásicas construcciones como el Palacio de Justicia. Todo en el marco de una elevación de roca que ofrece un magnífico paisaje marítimo.
Cinco minutos antes del mediodía es el momento ideal para asistir al Place du Palais, la Plaza del Palacio, donde se realiza el cambio de guardia de honor, una tradición cargada de simbolismo que atrae frecuentemente a numerosos turistas.
Para apreciar el lujo de las construcciones de Mónaco, basta acercase al Palacio Grimaldi, la residencia oficial del Príncipe, donde se realizan visitas turísticas. Con más de 700 años de antigüedad, este lugar, que en principio fue usado como fortaleza, presenta una mezcla de estilos y mucha exclusividad. Se trata de una postal típica de Mónaco y de su lujo.
Otro lugar que no puede faltar en un recorrido por este principado es el Museo Oceanográfico de Mónaco, considerado uno de los principales acuarios de toda Europa y que se dedica a la investigación submarina.
Este lugar cuenta, entre otras cosas, con el arrecife de coral más importante de todo el mundo. Jacques Cousteau, considerado uno de los máximos referentes internacionales sobre investigación submarina, fue director de este prestigioso museo.
Pero, como todo en el principado, la construcción del Museo Oceanográfico es un fuerte: resulta imponente el edificio construido sobre la roca.
Por otra parte, el lujo de Monte Carlo queda evidenciado, también, en la arquitectura de su casino, construido hace más de 150 años (1863, para ser exactos) y diseñado por Charles Garnier, el arquitecto que también fue responsable, entre otros, por la Ópera de París.
Pero Mónaco no es solo historia y arquitectura. Tampoco es únicamente un paisaje inigualable, sino que también puede ser sinónimo de alta tecnología. Al menos esto es así en Fontvieille, un barrio de Mónaco que existe gracias a los esfuerzos humanos de expandir el territorio: es una porción de tierra añadida en donde antes había mar. Este lugar sirve como sede de distintas empresas de la más moderna tecnología.
La zona cuenta, además, con distintos museos, como el de estampillas y monedas o el Naval, que cuenta con numerosas maquetas de renombrados barcos.
Un capítulo aparte en Mónaco son los autos de lujo. Aparecen, y de a montones, en casi cada rincón del principado. A propósito, los fanáticos de los coches disfrutarán de ver la Colección de Coches del Príncipe, que cuenta con alrededor de un centenar de vehículos de distintas épocas, además de los autos propios del Príncipe.
También llaman la atención los yates, otra expresión de lujo, que pueden encontrarse en muelles de La Condamine.
Acaso, en los coches y yates se ve lo mismo que en los edificios, los museos o las empresas. O, claro, los mismos habitantes del principado: todo el lujo y el capital concentrado en apenas un pequeño espacio de tierra. Tan único que vale la pena conocerlo.