La plaza del Palacio del Príncipe en Mónaco es el lugar de reunión habitual de los monaguescos para todas sus celebraciones importantes. El Palacio es la residencia habitual del Príncipe Alberto II, pero también el escenario de las ceremonias y actos oficiales más importantes del principado.
La plaza como centro neurálgico de la vida protocolaria de Mónaco.
Los ciudadanos, tanto los residentes como los visitantes, suelen acudir a esta plaza a presenciar en primera persona todos estos eventos. Incluso, en julio de 2015, con motivo de los actos de celebración del décimo aniversario de la proclamación del Príncipe Alberto como soberano, la pareja presidió un multitudinario cóctel en esta plaza. El objetivo era compartir la celebración con todos los residentes que quisieran asistir. Incluso, se programaron actuaciones para amenizar el evento.
Por otro lado, nadie se va de Mónaco sin pisar esa plaza. Es el centro neurálgico de la vida protocolaria del principado. Y es habitual ver centenares de turistas recorriéndola, mientras se hacen una y mil fotos con el Palacio a sus espaldas.
Por cierto, cabe destacar que las habitaciones de estado abren al público durante el verano.
Otros espacios exteriores del Palacio del Príncipe.
La plaza del Palacio del Príncipe no es el único espacio exterior del entorno que concentra la presencia de ciudadanos y personas ajenas a la familia Grimaldi y a la vida palaciega.
Y es que el patio de honor del Palacio es una mítica explanada que siempre ha ocupado un lugar especial en el imaginario de los monaguescos. El motivo es que, desde siempre, ha sido el escenario de acontecimientos muy importantes, como la subida al trono de los príncipes de Mónaco, algunas bodas religiosas o la presentación de los hijos de los soberanos.
Se trata de la antigua parte central de la fortaleza y fue abierta al público, a través de la construcción de una entrada monumental en la misma fachada principal del edificio: justo frente a la plaza del palacio y de cara a la parte vieja de la ciudad. Esta apertura fue decisión del príncipe Luis I y, durante el reinado de Rainiero III, se renovó el pavimento con 3 millones de guijarros bicolores que forman dibujos geométricos en el suelo.
Cabe destacar que, desde 1960, bajo esta explanada hay construido un tanque con una capacidad de 1.500 metros cúbicos para recoger agua de lluvia y abastecer el palacio y la ciudad en caso de sitio. Ese mismo año se inició una importante y tradición en este patio de honor: abrir sus puertas a la Orquesta Filarmónica de Montecarlo para celebrar allí conciertos de música clásica y recitales durante el verano.
El patio de honor que da a la plaza del Palacio del Príncipe tiene, en su parte central, una espectacular escalinata con forma de herradura que lleva directamente a la galería de Hércules. Su construcción está plagada de curiosidades. Por ejemplo, su usó el mismo bloque de mármol de Carrara para tallar cada uno de los 30 peldaños que la forman. Está decorada con mosaicos venecianos de carácter ornamental y los pasamanos están adornados con esferas de mármol de Portor.
El palacio de puertas para fuera.
Estos espacios exteriores, tanto la plaza como el patio de honor, con complementarios y juegan un papel importante en la vida de los Grimaldi de puertas para afuera. De hecho, cada vez que se producen grandes celebraciones de la familia principesca en palacio, los ciudadanos lo viven desde estos lugares en primera persona.
Con la boda de los Príncipes de Mónaco, tanto el palacio como estas áreas recuperaron el esplendor de los tiempos de Grace Kelly. Por esta escalinata, presidida por el escudo de los Grimaldi, descendió Charlene Wittstock vestida de novia el día de su boda con Alberto de Mónaco. Fue en el patio de honor donde celebraron su boda religiosa, el 2 de julio de 2011. Por ese mismo patio, atravesado por una larga alfombra roja, pasaron representantes de la realeza, miembros de la familia Grimaldi y una larga lista de invitados de alto caché.